Ni Egipto ni Mesopotamia: la Península Ibérica

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Se ha hablado bastante del consumo y producción de cerveza en sociedades antiguas como Mesopotamia y Egipto. Quizá sea por el atractivo exótico y casi místico que se ha creado alrededor de éstas. Sin embargo, nuestra herencia cervecera precisamente dista mucho de la tradición de estos pueblos. Pocos han hablado del origen de la producción y el consumo de esta bebida en el ámbito europeo.  

Sabemos con suficiente certeza, que las sociedades prehistóricas europeas conocían (y practicaban) el proceso de fermentación para elaborar bebidas alcohólicas, preparadas a partir de frutos con alto contenido en azúcares o a base de cereales. La más conocida precisamente es la cerveza, elaborada con malta de cebada y/o trigo. De hecho, las evidencias más antiguas de Europa las encontramos aquí, en España, en una pequeña localidad llamada Begues (dentro del área metropolitana de Barcelona). En este municipio del Baix Llobregat, se encuentra el yacimiento arqueológico de Can Sadurní, dónde los arqueólogos identificaron residuos de lo que habría sido un líquido fermentado a base de cebada, datados alrededor del 4300 ANE. 

Éste ejemplo, es el más antiguo de un extenso conjunto de testimonios, tanto materiales como escritos (fuentes clásicas), que se extienden por toda la península de forma continua, en mayor o menor mesura según la época, hasta día de hoy.  Así pues, ¿quiénes eran estos pueblos prehistóricos peninsulares que gozaban de este brebaje embriagador? 

Fig. 1. Ejemplo de cerámica campaniforme con residuos de bebida fermentada a base de cereal procedente del ajuar funerario del yacimiento de Fuente-Olmedo (Valladolid).

Cómo hemos dicho, el mosaico cultural y temporal en nuestro territorio es amplio y variado. No obstante, hay un grupo étnico que ha despertado cierto interés a los investigadores de este campo: las llamadas cultura campaniforme. Éstas sociedades no son exclusivas de la Península Ibérica, sino que se trata de un fenómeno que se extendió de forma sincrónica por una extensa área de Europa occidental, des de Dinamarca hasta las costas de Marruecos, i des de centro-europa hasta el occidente portugués. Eran definidas por un conjunto de elementos materiales asociados entre sí de forma recurrente: una serie de objetos, como ornamentos de oro, elementos de cobre, ya fuesen armas o instrumentos, y otras piezas de alto valor simbólico y/o de protección. Pero la pieza principal que les acompaña es el ajuar cerámico, distinguido por unos modelados y acabados minuciosos, con una profusa decoración.

Los testimonios de elaboración/consumo de cerveza en contextos campaniformes en la península son varios y repartidos: Montsiá (Tarragona), Ambrona (Soria), Alcántara (Canceres), Huecas (Toledo), Fuente-Olmedo y Almenara de Adaja (Valladolid), Albarracín (Teruel), Miño de Medinaceli (Soria). Aunque lo que más llama la atención a los expertos, es la naturaleza de estos descubrimientos: el hecho de que la gran mayoría se han documentado, no en vulgares contenedores cerámicos de uso doméstico, sino en recipientes generalmente bellos de uso exclusivo, y localizados en espacios funerarios. Tales circunstancias, han suscitado diversas teorías alrededor de la simbología y funcionalidad de esta vasija tan especial, así como su relación con el consumo de sustancias alcohólicas, como la cerveza: es evidente, que una vasija tan lujosamente decorada exigía un contenido igualmente especial. 

En primer lugar, tenemos en cuenta que nos encontramos en un período de transformaciones socio-económicas importantes, con la aparición de primeros “líderes” entre estas comunidades. Estas preciosas cerámicas significarían una valiosa mercancía que habría circulado por la Europa prehistórica, a través de redes de intercambio controladas por estos individuos destacados, cómo proporcionando un símbolo de rango y prestigio. Y en segundo lugar, esta importancia simbólica y ritual también se atribuye a su contenido. Más allá de sus rasgos estéticos, las cerámicas eran consideradas contenedores de sustancias (líquidas o sólidas), por lo tanto, cualquier valor atribuïdo a estos recipientes (ritual, simbólico, emblemático) estaba condicionado por la calidad del producto que contenían; en este caso, una espécie de cerveza. Como otras bebidas alcohólicas, la cerveza era un producto apreciado y escaso entre estas sociedades campaniformes, ya que su elaboración comportaba desviar parte de la producción de cereales y frutos destinados a satisfacer las necesidades básicas de alimentación. 

Fig. 2. Ilustración que representa un posible banquete campaniforme.

Así pues, uno de los posibles escenarios planteados, probablemente el más estandarizado en la península, sería la celebración de ceremonias o banquetes funerarios, en honor a unos personajes importantes, dónde tendría lugar el consumo de bebidas alcohólicas como la cerveza, juntamente con otros alimentos. Además de ser un producto de prestigio, éstos brebajes tenían efectos embriagadores a menudo interpretados como una conexión con el más allá. 

¿Y cómo era esta cerveza (o bebida a base de cereales) que consumían? Evidentemente, el líquido que elaboraban en ese entonces, dista mucho del que conocemos actualmente. Los análisis indican que se utilizaba principalmente trigo y cebada, y se mezclaban con otras hierbas y especies (artemisa, eneldo, poleo-menta, orégano, salvia…)  dependiendo de los recursos que disponían a su alrededor. Recordamos que el uso del lúpulo, con su sabor amargo tan característico, no se introduce hasta la edad media. También podría llevar miel, en tanto que tenemos constancia del conocimiento y producción de hidromiel. Por otro lado, suponemos que estas gentes sometían el grano a (toscos) procesos de molienda, maceración y secado; y que finalmente lo dejaban fermentar a partir de una levadura madre (quizá reutilizando recipientes) o restos de una cerveza anterior. 

A modo de conclusión, y sin pretensiones de afirmar o desmentir, nos gustaría subrayar que  muchos han insistido en que el conocimiento de las técnicas cerveceras son una herencia originada en el Próximo Oriente, que en un momento dado se difundió por Europa. Sin embargo, cabe resaltar una breve comparación entre esta tradición oriental, donde el consumo y producción se ha demostrado que era generalizado y cotidiano, al alcance de prácticamente cualquiera, con un método de elaboración que partía de la fermentación de una especie de pan; mientras que en la Península Ibérica, siguiendo la costumbre  europea, encontramos esta bebida relegada a ocasiones de carácter elitista y privado, normalmente vinculadas a personajes distinguidos. 

Articulo de Maria del Mar Adan, redactora de CervezaArtesana.com Magazine.

Imagen de portada/Fig. 2 obtenida de ROJO, M.A., GARRIDO, R. i GARCÍA, I., 2006, Un brindis con el pasado: la cerveza hace 4500 años en la Península Ibérica , Universidad de Valladolid, Secretariado de Publicaciones e Intercambio Editorial, Valladolid.

Fig.1 obtenida de ROJO, M.A., GARRIDO, R. i GARCÍA, I., 2006, Un brindis con el pasado: la cerveza hace 4500 años en la Península Ibérica , Universidad de Valladolid, Secretariado de Publicaciones e Intercambio Editorial, Valladolid.