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La cerveza artesana en Tailandia: clandestina y desafiando la ley

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Imagen de una cervecería artesana de Tailandia

Tailandia tiene sed de cerveza artesana. En este país del sur-este asiático cada vez son más las personas que apuestan por el movimiento craft beer perseguido por las instituciones.

La Ley de Control de Bebidas Alcohólicas prohíbe la producción de cerveza artesanal porque los pequeños productores no disponen de licencia de elaboración. Dichas licencias están disponibles solo a empresas que producen 10 millones de litros de cerveza cada año y que dispongan de un capital de más de 10 millones de baht (unos 280.000 €). Estos son los requisitos que marca la ley, y que imposibilita que los productores locales puedan adquirir una licencia, estando solo al alcance de las industriales.

De hecho, en Tailandia existe un duopolio en el sector de la cerveza que controla todo el mercado: por un lado, ThaiBev, el fabricante de Chang, y Boon Rawd Brewery, que produce Singha y Leo. La industria tailandesa del alcohol mueve más de 180.000 millones de baht y estas dos cerveceras industriales representan el 72 % de todo el mercado del alcohol del país y el 93 % del mercado de la cerveza.

Hace tiempo que la cultura de la cerveza artesana en el país esta en auge pero en los últimos meses, en plena pandemia, ha ido a más. Muchas personas han aprovechado el aislamiento social para fabricar cerveza en casa, o más bien, cerveza clandestina. Está manera de elaborar cerveza, en la parte trasera de las casas, supone saltarse la ley que comporta multas elevadas. Aunque para estas personas, esto es una forma de desafiar la sobre protección de los grandes grupos cerveceros y a la vez es una opción de estilo de vida cada vez más popular.

Benz, un barman de 26 años de una cafetería de Bangkok, ha explicado al diario digital Asia Nikkei que este desafío de elaborar cervezas en casa se está extendiendo rápidamente a consecuencia del Coronavirus porque “elaborar cerveza artesana nos ayuda a conectarnos como sociedad y hacer algo juntos” y añade que “ahora hay dos tipos de cerveceros: los que siempre lo hacían y las nuevas personas que se han unido, que quieren aprender a elaborar cerveza”.

Una de las pruebas que demuestran que la elaboración de cerveza artesanal ha crecido durante los meses de confinamiento son las redes sociales. Som, una editora web de 33 años, ha explicado para el mismo diario que “en Facebook cada vez hay más publicaciones de personas que comparten en diferentes grupos sus elaboraciones, para que los usuarios las vean, sabiendo que es ilegal”.

En este sentido, hace una semana que más de 400 personas y organizaciones vinculadas al sector de la cerveza artesanal fueron convocadas por las autoridades tras publicar fotos de las cervezas en las redes sociales. Estas personas se enfrentan a multas de entre 50.000 y 500.000 baht (1.400-14.000€).

Esto ha provocado que seis asociaciones hayan presentado conjuntamente una queja ante la Comisión de Salud Pública de la Cámara de Representantes en protesta por la Ley de Control de Bebidas Alcohólicas, que también prohíbe la exhibición de alcohol con fines promocionales. Uno de los representantes ha explicado a los medios que “hay muchas personas que trabajan en este sector y que luchan por sobrevivir en su país”.

Pero muchos pequeños cerveceros están dispuestos a arriesgarse y a violar la ley, a desafiarla, como forma reivindicativa. A principios de marzo, más de 300 personas celebraron un festival de “cerveza popular” en un complejo comercial a las afueras del norte de Bangkok, a pesar de que la ubicación de este evento se mantuvo en secreto hasta el día antes. En ese lugar se reunieron personas de diferentes edades y en una zona acordonada se vendían productos de microcervecerías.

Algunos participantes de este festival explicaron que “no solo se trata del alcohol lo que nos trae aquí, sino que hay un arte y una ciencia en la fabricación de cervezas con sabores locales” y que “nos hemos convertido en fanáticos de la cerveza artesanal e intercambiamos historias en redes sociales con nuestros amigos de las cervezas que bebemos”. Según Charoen Charoenchai, de la Universidad de Tecnología de Rajamangala Thanyaburi, al norte del Bangkok, “hay una especie de romance, un sentimiento de emoción, entre los tailandeses, para producir cerveza de forma clandestina con el objetivo de desafiar la ley”.

No obstante, los amantes de la cerveza artesana que elaboran cerveza de manera individual no son los únicos que están retando a las autoridades, también se suman cervecerías como Chit Beer en Koh Kret, una pequeña isla del rio Chao. Este pub de cervezas artesanas está regentado por Wichit Saikao, un coronel del ejército tailandés y profesor de la Academia Militar Real. Un rebelde fuera de lo común en un país donde el ejército es considerado defensor del orden social conservador.

Wichit Saikao en su cervecería Chit Beer / Autor draftmag.com

Wichit, ha explicado para el medio digital Asia Nikkei que “hay muchos tailandeses que compran mi filosofía y quieren un producto bueno, como una cerveza artesana real y auténtica” y comenta que “hoy tenemos 20.000 ciudadanos elaborando cerveza en casa, en todo el país, muchos empezaron hace siete años”.

Las ventas ilegales en su pub han comportado multas que ascienden los 50.000 baht durante el 2019 y defiende que “no voy a parar, no pierdo mi tiempo tratando de cambiar la ley pero voy a cambiar las personas que elaboran cerveza para que resistan y sigan produciendo”.

Hay otras cervecerías que han optado para vender cervezas artesanales de microcervecerías propiedad de tailandeses pero que están ubicadas y producen en instalaciones en otros países cercanos, como Camboya, Laos, Myanmar, Vietnam e incluso Australia. Estos pubs situados en diferentes zonas de Tailandia, se consideran legales porque no venden cervezas artesanales hechas en el país.

Jonas Kritsand, propietario de uno de estos pubs, elabora una India Pale Ale en Vietnam y la envía a Tailandia. Explica en el mismo medio que “es una manera de formar parte de la cerveza artesanal pero sin arriesgarse a ser multados por la policía” aunque también comenta que “nuestras cervezas artesanas son más caras porque tenemos que pagar altos impuestos para importar la cerveza hecha en los países vecinos, más los costes de producción”.

Vietnam, el país escogido por los tailandés para fabricar cerveza artesana

Si bien la cerveza artesanal tailandesa, como hemos comentado, se elabora en varios países, cada vez son más los que prefieren la opción de mudarse a Vietnam para contratar la elaboración con organizaciones locales que pueden ofrecer precios competitivos para lotes pequeños. Los distribuidores en Vietnam pueden enviar la cerveza de regreso a Tailandia en contenedores fríos que preservan el sabor original de la cerveza. Aunque muchos se siente extranjeros en su propio país, porque comercializan una cerveza con la etiqueta de importación “hecha en Vietnam”, cuando en realidad esta producida por tailandeses y con sabores típicos de su país.

Cervecería Heart of Darkness en Ciudad Ho Chi Minh (Vietnam) / Autor Bangkok Post

Camboya es otro de los países que ofrece precios competitivos pero los horarios de envíos son muy irregulares y disponen de pocas opciones de ingredientes y tamaños de lote. Este hecho hace que Vietnam siga siendo el lugar más atractivo para los elaboradores tailandeses.

Mike Roberts, fundador de Outlaw Beer, cuenta para Bangkok Post que ha trasladado su producción de Camboya a Vietnam porque “nos permite una mayor variedad de opciones en el proceso de elaboración y sobretodo la capacidad de enviar en frío de Vietnam a Tailandia”. Roberts tiene que viajar frecuentemente al país vecino para controlar el proceso de fabricación, “traigo mis propios lúpulos, pruebo la cerveza y tomo decisiones sobre cómo fermentar”, añade el productor.

La cerveza artesana en el sudeste asiático se distingue por agregar ingredientes locales que los diferencia de las cervezas de otros países. Por ejemplo, usan frutas locales como el Kumquat o flores de jazmín del norte de Vietnam.

Cada vez son más los opositores que critican esta situación surrealista de Tailandia. En los últimos tiempos han surgido partidos que abogan por un cambio en la legislación del país, “necesitamos modificar la ley para que se permita que surjan pequeñas empresas y generen más valor económico”, defiende una parlamentaria del Partido Move Forward que constata que “estamos perdiendo la oportunidad de obtener sabiduría de nuestra propia cultura, hay una fuga de talentos”.

Taopiphop Limjittrakorn es otro miembro del parlamento por el partido Future Forward Party. La ciudadanía lo conoce por el arresto que sufrió en el año 2017 por elaborar su propia cerveza. Él sigue siendo uno de los grandes defensores de la cerveza artesana en Tailandia, y ha propuesto diferentes cambios legislativos para abrir el mercado a los pequeños productores. Limjittrakorn sigue produciendo su cerveza pero en la zona de Vietnam.

Un cambio de legislación en Tailandia es posible, pero a la vez es muy complicado. La sociedad tailandesa resiste. Saben que en la lucha para los cambios sociales a veces se gana y a veces se pierde, pero también saben que la esperanza es lo último que uno debe perder.

Imagen de cabecera obtenida de asia.nikkei.com / Autora Akira Kodaka

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