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La cerveza en femenino

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Después de escribir varios artículos, me he dado cuenta que, sin ser plenamente consciente de ello, este apartado ha ido adquiriendo un rumbo propio, una identidad. Es evidente, y su título Con sabor a Historia no deja espacio a dudas, que está dedicado a la historia de la cerveza. Y desde un principio, tuve muy claro que su contenido tenía que estar regido por la autenticidad, intentando a toda costa rehuir misticismos, clichés y leyendas urbanas.

Sin embargo, me gustaría aportar algo más a esta fiabilidad, dotar mi discurso de una causa y un sentido, una personalidad propia. En ese sentido, creo que es una oportunidad para crear un espacio dedicado a aquellos aspectos relegados a un segundo plano, o incluso silenciados, por las razones que sea, dentro del universo cervecero; sacar a la luz esos contextos, sucesos, individuos… que están eclipsados por argumentos más atractivos sea a nivel económico, social, populista, religioso, cultural, etc. 

Y ¿qué mejor tema, para seguir esta línea en defensa de los marginados, que la figura de la mujer dentro de la historia de la cerveza? Aunque para ser justos, un sólo artículo se quedaría corto. Aún siendo generosos con el sexo contrario, la mujer es la protagonista de más del 80% de la biografía de esta bebida.

Por ese motivo, intentar sintetizar su papel en este relato en un solo capítulo, me parece más un premio de consolación que un homenaje. Expresiones como “algo es algo” o “mejor poco que nada”, son las que perpetúan los poderosos imperios de las mayorías, y los justifican, destruyendo a las minorías vulnerables. Y con eso no me refiero sólo a géneros, también a clases sociales, geografías políticas, manufacturas y empresas, etc. 

Además, es interesante este análisis del recorrido y la evolución del rol femenino, porque ilustra un patrón que se reproduce constantemente, una y otra vez, -en distintas épocas, espacios, contextos-, al largo de la historia. Debemos tener en cuenta, que las relaciones entre hombres y mujeres son expresadas en todos los aspectos de la producción, la preparación, el servicio, y el consumo de la cerveza y los alimentos en general.

McGovern, arqueólogo biomolecular, afirma que en épocas tempranas, mientras los hombres salían a cazar, las mujeres eran las encargadas de recolectar otros ingredientes, para la elaboración de comidas y bebidas. Con la progresiva conversión al sedentarismo, y la introducción de la agricultura, la divisiones del trabajo permanecieron, he incluso se acentuaron: la fermentación -tanto de sólidos como de líquidos- pasó a formar parte de las actividades habituales de procesado de alimentos, adjudicadas a la mujer.

Así pues, fueron ellas las que producían las bebidas casera fermentadas sobre esas primeras sociedades”, certifica el arqueólogo, entre las cuales la cerveza tiene gran antigüedad. Y realmente, así se refleja a través de diversas fuentes artísticas, literarias y documentales, iconográficas… donde la figura femenina se vincula a menuda con la creación y  protección, la abundancia y exaltación, y la elaboración y (ya no tan universalmente como querríamos) el consumo de esta bebida ancestral. 

Probablemente, los sumerios sean  de los primeros pueblos que nos han dejado testimonios contundentes y abundantes de la producción y consumo de cerveza. Según el historiador Alan Eames, sólo su preparación sólo era permitida a las mujeres, sobretodo las amas de casa, como parte de la ración diaria de alimentos; pero también por  sacerdotisas al servicio de la diosa Ninkasi, destinada a rituales religiosos y festividades. Ninkasi (“la señora que llena la boca”), ámpliamente conocida dentro del mundo y la historia cervecera, es una deidad sumeria alabada por crear este brebaje y traerlo a la tierra de los mortales, entregando su fórmula a las mujeres.

Se le dedicaron numerosos poemas y canciones, como el famoso “Himno a Ninkasi”; obras que hoy día representan una batería de información muy valiosa. En Akkadian, era conocida bajo el nombre de Siris, término Semítico que hace referencia a la fermentación (BOTTÉRO, 2004). De hecho, la mayoría de estas poblaciones antiguas rendían culto a deidades, diosas y protectoras cerveceras encarnadas en entidades femeninas asociadas con la fertilidad

Además, otra figura femenina importante entre los sumerios cuando de cerveza se trata, fue Kubaba, o Kug-Bao, la única mujer que aparece en la “Lista de Gobernantes Sumerios”, un documento oficial que se refiere a ella como “la mujer tabernera”. Y es que al parecer, esta reina de la tercera -y última- dinastía de Kish, no heredó esta posición por su posición social, sino por un acto de bondad. Según la Crónica de Weidner (III milenio a.n.e.): 

“Kubaba le dió pan al pescador y le dió agua, por ello, éste le ofreció pescado a Esagila. Marduk, el rey, príncipe de Apsû, la favoreció y clamó: – ¡Que así sea! Y confió a Kubaba, la tavernera, la soberanía sobre todo el mundo” (ABC 19: Weidner Chronicle, 43-45).

Finalizado su mandato, se erigieron santuarios en su honor y fue deificada.

Una leyenda china de hace 4000 años atrás, cuenta que Yi Di, esposa/sirviente/higa (según la versión) de Kung Yu el Grande (emperador y fundador de la Primera Dinastía Xia), fué la creadora del alcohol. Aparentemente, Yi Di preparó diferentes bebidas alcohólicas a base de arroz, entre las cuales una cerveza, y las presentó al gobernador, a quién agradaron. Sin embargo, por algún motivo decidió prohibir estas bebidas y exilió a su creadora, quien con el tiempo se convirtió en una diosa (CARBERRY, 2019)

Durante el Imperio Babilónico, gran parte de las mujeres libres podían mantener un estatus social y legal, que les permitía tener un negocio, sus propiedades, y hasta participar en actas de la corte (STEELE, 2007).  Durante el II milenio a.n.e., se generalizó la comercialización del consumo social de cerveza, al margen de propósitos religiosos y medicinales, regulado bajo las leyes recogidas en el “Código de Hammurabi”. Hamrick explica que “el acadio es un idioma de Babilonia con géneros, y cada vez que se elaboraba una ley sobre cualquier cosa relacionada con una taberna —como no poner un precio demasiado alto a la cerveza— todas las menciones al dueño de la taberna iban en femenino, hablaban de ella”. Este texto, prueba la autoridad de las mujeres en la cerveza en estos contextos:

“Si una tabernera (propietaria) no acepta grano como pago por la bebida, sino que acepta dinero como pago, o el valor de la bebida es menor al peso del grano entregado, se declarará culpable y se la arrojará al agua” [LARA, 1986: §108].

“Si criminales conspiran en un local propiedad de una tabernera, y ésta [la propietaria] no los arresta y los entrega a palacio, será condenada a muerte” [LARA, 1986: §109]. 

“Si una sacerdotisa abre una taberna, o entra en una taberna para beber [alcohol], esta mujer debe ser quemada hasta la muerte” [LARA, 1986: §110].

Un panorama similar encontramos en Egipto, unos milenios más tarde. En cualquier hogar  encontramos una mujer preparando cerveza, consumida tanto por hombres, mujeres y niños. En dinastías más tardías, con la regularización del uso de la moneda, vemos algunas mujeres vendiendo los excedentes domésticos de cerveza en los mercados. El rol femenino como cerveceras estaba totalmente normalizado, de modo de fácilmente se aceptó esta transición hacia “vendedores ambulantes” (HAMES, 2014). 

Un hecho bien conocido, es el uso de raciones de cerveza -o grano- como forma de pago a cambio de ciertos servicios, especialmente en el sector de la construcción. Probablemente, la gran demanda que se requería, impulsó a la creación de “cervecerías de producción” al por mayor, a una escala superior a la doméstica e incluso a la del pequeño comercio de mercado, que según los registros se extendieron por todo el país. Este nuevo modelo de industria cervecera primitiva es presidida por el hombre: las tareas de producción se distribuyen, y la mujer se encarga básicamente de las tareas de triturado y molienda del grano para obtener harina.

Un claro ejemplo de este modelo implantado, lo encontramos en un modelo funerario de la tumba real de Meketre, quién fue primer ministro durante el reino del Faraón Mentuhotep II (2050-2000 a.n.e.). Según el Metropolitan Museum of Art, esta miniatura representa una panadería y una cervecería separadas en habitaciones, con dos mujeres moliendo harina, mientras que el resto de operaciones son realizadas por hombres.

Parece un pequeño preludio descafeinado de lo que pasaría unos milenios después con la revolución industrial.

Al parecer, la faraona Cleopatra impuso un impuesto (el primero de hecho) sobre la cerveza, alegando intentar controlar el alcoholismo público (AHLUWALIA y FERRARI, 2019), aunque algunos apuntan a una clara razón mercantil destinada a financiar sus empresas bélicas. Realmente, su popularidad se vio afectada negativamente debido a esta decisión. 

Así como otras mitologías, el panteón cervecero egipcio era mayoritariamente femenino: la principal diosa de la cerveza fué Tenenit (también Tenenet o Tjenenet), quién igual que Ninkasi, elaboraba su cerveza con los más excelentes ingredientes  y supervisaba cada aspecto de su creación, además de custodiar a las (y los) cerveceras del mundo de los mortales.

Por otro lado, Hathor es la señora de la embriaguez, y en su encarnación como leona llama Sekhmet es identificada con la cerveza (McGOVERN, 2009). Según cuenta el mito: “En un momento dado, cuando la hija del Dios Ra, Hathor, en su forma de diosa con cabeza de león (Sekhmet), bajó a la Tierra y empezó a matar a la población, y no había nada ni nadie que pudiese parar su sed de sangre. Ante el miedo que hiciese desaparecer toda la humanidad, Ra encargó a las mujeres de Heliópolis que preparasen cerveza mezclada con jugo de mandrágora (color carmesí), y roció las tierras de Egipto con esta cerveza roja. Cuando Hathor/Sekmet vió toda la llanura cubierta de lo que pensó que era sangre, su júbilo fué tal, que se precipitó al mar carmesí y bebió el brebaje, hasta consumirlo por completo. En consecuencia, acabó muy ebria, y se desmayó. Al despertar tres días después, había olvidado todo plan de destrucción contra la humanidad y volvió a su aspecto de gato (Bastet)” (GODLASKI, 2011). 

Aquí finaliza el primer episodio de nuestra saga de la mujer cervecera; pero como hemos dicho:  continuará…

Bibliografia i recursos web

  • AHLUWALIA, Deepi y FERRARI, Stef, 2019, A Woman’s Place: the inventors, rumrunners, lawbreakers, scientists & single moms who changed the world with food, Little, brown and Company, New York. 
  • BOTTÉRO, Jean, 2004, The Oldest Cuisine in the World: Cooking in Mesopotamia, traducción de T. Lavender, The University of Chicago Press, Chicago-London. 
  • CARBERRY, Chris, 2019, Alcohol in Space. Past, Present and Future, McFarland & Company, USA. 
  • GODLASKI, Theodore M., 2011, “Gods of Drugs: Osiris of Bread and Beer”, en Substance Use & Misuse 46(12): 1451-1456. 
  •  HAMES, Gina, 2014, Alcohol in World History, Routledge, London-New York. 
  • LARA, F. (ed.), 1986, Código de Hammurabi. Estudio preliminar, traducción y comentarios, Clásicos del pensamiento (Tecnos) 23, Tecnos, DL., Madrid.
  • McGOVERN, Patrick E., 2009, Uncorking The Past: Que quest for Wine, Beer, and other Alcoholic Beverages, University of California Press, California. 
  • STEELE, Laura D., 2007, “Chapter Twenty-One: Women and Gender in Babylonia”, en G. Leick (ed.), The Babylonian World, Routledge, New York-London: p. 299-316.

Imagen Modelo funerario de una Panadería y Cervecería procedente de la Tumba de Meketre (ca. 1981-1975 a.n.e.) obtenida de https://www.metmuseum.org/art/collection/search/544258 (05-2020). 

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