Tres mujeres al frente de sus microcervecerías
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Arantxa Nuin, Estefanía Pintado y Vanesa Ruiz. Todas ellas trabajan, cada día, con esfuerzo y mucha dedicación, en sus respectivas microcervecerías. Aunque la cerveza es un sector masculinizado, cada vez son más las mujeres que elaboran, fabrican y distribuyen sus propias cervezas.
Ellas tres son un claro ejemplo. Ayudan a visibilizar el papel de la mujer en el mundo de la cerveza y la necesidad de construir una sociedad, en todos sus ámbitos, igualitaria. Para ellas cada día es 8 de marzo, y para nosotros también lo debería ser.
De directiva de una multinacional farmacéutica a elaborar sus propias cervezas
Bizarra, según el diccionario, es un adjetivo que define a una mujer valiente, arriesgada. Es el caso de Arantxa Nuin, de Salamanca. Ella tenia un puesto fijo cómo directiva en una multinacional farmacéutica. Decidió dejar la comodidad para adentrarse al mundo de la fabricación, y junto a su pareja y socio, Piru, suman más de 7 años llevando Cerveza Bizarra ahí dónde haga falta.
“Cambié el traje, las reuniones y los viajes por el buzo de trabajo, la fabricación artesana y el contacto con la gente” dice Nuin. Ellos empezaron en el mundo de las cervezas artesanas elaborando en casa, “hicimos un pedido por Internet, elaboramos nuestro primer lote y nos gustó, a partir de ahí poco a poco nos lanzamos en el mundo profesional”.
En su día a día, Nuin, se encarga más de la gestión y la comercialización de la cerveza pero confiesa que “en la fábrica somos dos personas, nos toca hacer de todo, colaboro también en el embotellado y etiquetado”. Arantxa, cuando empezó, era de las pocas mujeres en el sector, de hecho explica que “iba de ferias y me encontraba que era sola en mi puesto al frente del resto que solo eran hombres”.
Confiesa que “siempre me han tratado de igual a igual, y no he notado ninguna situación machista dentro del sector” pero añade que cree que siguen habiendo muchos estereotipos de que la cerveza es cosa de hombres. De hecho nos explica alguna anécdota “a mí me ha pasado varias veces de ir a tomar algo y pedir una cerveza y un café, y la cerveza se la sirven a Piru y a mi el café” pero “con muchas risas y mucha sorna miro al camarero y le digo que se ha confundido, y que las mujeres también tomamos cervezas”.
La cervecera de Malasaña
“Soy el claro ejemplo de esas personas a las que no les gustaba la cerveza, solo había probado cervezas industriales y me sentaban fatal al estómago. Cuando probé las artesanas vi que la fermentación natural me ayudaba mucho”, y hoy en día, la cerveza artesanal se ha convertido en la forma de vida y la pasión de Estefanía Pintado que para ella “Fábrica Maravillas es mi casa y mi familia, y el que más me gusta es ver a la gente beber y disfrutar de nuestras cervezas”.
Fábrica Maravillas es un brewpub situado en el céntrico barrio madrileño de Malasaña. Este año soplaran ocho velas para celebrar su aniversario. Ahí Estefanía ha hecho de todo, desde la fabricación a la gestión, que últimamente es la mayor parte de sus tareas en su día a día. Pintado confiesa que “yo misma tengo micromachismos integrados que no me doy cuenta, muchas veces ‘me pillo’ cuando una pareja, hombre y mujer, me piden dos cervezas distintas y tengo tendencia a poner la cerveza más fuerte al hombre, es algo que intento evitar”.
Estefanía nos explica que nunca se ha encontrado con ningún situación machista flagrante. También añade que “le gusta sorprender a la gente cuando me ven subiendo barriles. Soy de constitución delgada, pero con mucha fuerza, soy de Extremadura, muy bruta!” . En su familia su madre ha sido más bebedora de cerveza que su padre y añade que “si alguien no le gusta la cerveza es porque no ha encontrado su estilo y no ha probado cervezas de calidad”.
“La cerveza artesana es para todo aquel que le apasiona esta maravillosa bebida”
Calidad, frescura y alegría definen a La Verbena. Vanesa Ruiz está al frente de esta pequeña fábrica situada en el municipio de Valdemoro, en el sud de Madrid. “En mí familia nos ha gustado siempre la cerveza artesana pero mi pasión por ella surge cuando empecé de manera profesional, dedicándole gran parte del tiempo y te encanta lo que haces”, dice Ruiz.
En su día a día se dedica tanto en el proceso de elaboración de sus cervezas como en la gestión, aunque esta última es la que más tiempo le ocupa. Personalmente comenta que “nunca se ha encontrado con una situación machista dentro del sector”. También piensa que cada vez existen menos estereotipos y “somos más mujeres que nos dedicamos a esta profesión”.
Ya en las primeras civilizaciones como Egipto y Mesopotamia, alababan a deidades femeninas de la cerveza, y asociaban su elaboración a las mujeres. Ésta bebida, de consumo cotidiano y elaboración casera, era preparada por las amas de casa en grandes cantidades. Cuando había excedentes, éstos de intercambiaban o se vendían, tradición que con el tiempo daría lugar a las “tabernas”. El “Código de Hammurabi” (recopilación de leyes babilónicas), menciona en varias ocasiones a “la dueña de la taberna”, siempre en femenino. Éste patrón se observa de forma similar en contextos muy distintos.
Por otro lado, si cruzamos el océano unos miles de años más tarde, algunas culturas americanas precolombinas preparaban la chicha, una cerveza elaborada únicamente por mujeres, a base de masticar maíz o yuca. Se trata de un método ancestral de fermentación, documentado también en regiones de África (cerveza de sorghum) y Ásia (cerveza/vino de arroz), que se ha transmitido de madres a hijas durante generaciones hasta la actualidad. Finalmente, viajando de vuelta a Europa, en plena Edad Media: la abadesa alemana Hildegard von Bingen, maestra cervecera y herborista del s.XII, fue la primera en divulgar magníficas propiedades del lúpulo como conservante. Sin embargo, pasarán 500 años antes que la sociedad dominante (es decir, masculina) prestara atención. Tal como observa un escritor del German Beer Institute <En una cultura donde la cerveza define parte del carácter nacional, la cuestión de quién controla la bebida es primordial>. A pesar que durante miles de años las mujeres elaboraron ésta bebida, ni las amas de casa tenían estatus legal, ni las mujeres solteras disponían de capital suficiente para ir más allá de la producción casera.
Así pués, el lanzamiento de la cerveza al gran negocio del comercio sería liderado por los hombres. Con el tiempo, se construyeron grandes cervecerías, se formaron gremios, y se redactó una legislación (que nuevamente mantenía a las mujeres al margen). De modo que para el siglo XVIII, la mujer había desaparecido completamente del sector cervecero. Éstos son sólo algunos ejemplos que reflejan el extenso mosaico espacio-temporal que interpreta el papel de la mujer dentro del mundo cervecero.